domingo, 2 de mayo de 2010

De la Visita del Santo Padre a Turin



"...Se puede decir que la Sábana Santa es el ícono del misterio del Sábado Santo. De hecho, es una tela de sepulcro, que ha envuelto el cuerpo de un hombre crucificado, y que corresponde en todo a lo que nos dicen los Evangelios sobre Jesús, quien crucificado hacia mediodía, expiró a eso de las tres de la tarde. Al caer la noche, dado que era la Parasceve, es decir, la vigilia del sábado solemne de Pascua, José de Arimatea, un rico y autorizado miembro del Sanedrín, pidió valientemente a Poncio Pilato que le permitiera sepultar a Jesús en su sepulcro nuevo, que había excavado en la roca a poca distancia del Gólgota. Tras alcanzar el permiso, compró una sábana y, tras la deposición del cuerpo de Jesús de la cruz, lo envolvió con aquel lienzo y lo puso en aquella tumba (Cf. Marcos 15,42-46). Es lo que refiere el Evangelio de Marcos y con él concuerdan los demás evangelistas. Desde ese momento, Jesús permaneció en el sepulcro hasta el alba del día después del sábado, y la Sábana de Turín nos ofrece la imagen de cómo era su cuerpo en la tumba durante ese tiempo, que cronológicamente fue breve (en torno a un día y medio), pero con un valor y un significado inmenso e infinito..."

S.S. Benedicto XVI en su visita a Turín hoy, domingo 2 de mayo de 2010, dijo en ocasión de la Ostensión de la Sábana Santa en esta ciudad italiana en la Misa que presidió en la Plaza de San Carlos ante más de 50 mil fieles, que la Síndone es un testimonio de la glorificación de Cristo que no comienza con su resurrección sino con su pasión. "Él ha amado al Padre, cumpliendo su voluntad hasta el final, con una donación perfecta, ha amado a la humanidad dando su vida por nosotros", convirtiéndose en el ejemplo supremo de la manera en la que el ser humano debe vivir el amor cotidianamente.
¿La sagrada Síndone no comunica tal vez el mismo mensaje? En ella vemos, como reflejados, nuestros afanes y sufrimientos en los sufrimientos de Cristo: ‘Passio Christi. Passio hominis’.
Por lo mismo ella es un signo de esperanza: Cristo ha afrontado la Cruz para ponerle una barrera al mal, para hacer ver, en su Pascua, el anticipo de aquel momento en el que también para nosotros, toda lágrima será enjugada y no habrá más muerte, ni luto, ni lamento ni afán..."

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